Y hoy comienza un día más, te levantas llena de energía e ilusión porque te diriges a aquel lugar en el que te sientes realizada: a esa casa, parque, escuela, centro…donde te esperan unas miradas deseosas de compartir el momento contigo.
Esas familias y niños que ansían tu llegada para que les acompañes en sus momentos diarios, en afrontar su situación de vida, en reír cuando es necesario y en llorar cuando no se sabe hacia dónde ir.
Porque te vistes de mujer fisioterapeuta sin dudarlo, porque no usas más que tu calidad humana la mayor parte del tiempo para dibujar el camino, porque tu formación y tu persistencia no queda en el olvido, da calidad de vida.
Porque quisiste ser tú y darte a las familias sin condiciones, sin prejuicios y decidiste entrar en sus vidas, a veces por casualidad y por un momento y otras por elección y para toda una vida.
Y cuando llegas a casa y te vistes de ti misma no se quita tu uniforme de fisioterapeuta, se mantiene presente y eso hace que sigas creciendo y llenando de magia cada rincón de tu mente y tu corazón, en el que guardas un pedacito de cada uno de los niños y familias que te llenan de magia.
«A ti…mujer fisioterapeuta, no renuncies a tus metas, ni a tus sueños, saca tus alas y vuela alto sin que nada detenga lo que quieras vivir».
Rocío Palomo Carrión 